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EL BÁCULO DEL OBISPO: Dar Las Gracias

EL BÁCULO DEL OBISPO: Dar Las Gracias

Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús”. — 1 Tesalonicenses 5, 18

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Dentro de unos días, nuestro país celebrará la fiesta anual de Acción de Gracias.  Este acontecimiento tiene lugar cada mes de noviembre, y durante un día al año estamos llamados a contar nuestras muchas bendiciones, a dar gracias.

Sin embargo, de una manera muy real, nuestra Iglesia ha estado haciendo esto mismo; no una vez al año, el cuarto jueves de noviembre, sino todos los días de todos los meses de todos los años desde hace 2.000 años.

Cada vez que un sacerdote celebra la Misa, se nos recuerda lo que afirma el Catecismo de la Iglesia Católica, citando la Lumen Gentium del Concilio Vaticano II: “La Eucaristía es ‘fuente y culmen de toda la vida cristiana’” (CIC 1324).  Esa Eucaristía es la presencia real de Jesucristo.

¿Por qué nos referimos a esta realidad de Jesucristo como “Eucaristía”?  Extraemos esa expresión de la verdad de la presencia de Jesucristo de la palabra griega eucharistia, que significa “acción de gracias”.  La pregunta sigue siendo, ¿por qué este término, “acción de gracias”?

Nos acercamos al final del Ciclo A del calendario litúrgico de la Iglesia, y a lo largo de los domingos del Ciclo A escuchamos principalmente el Evangelio según San Mateo.  La lectura del Evangelio del Domingo de Ramos de este año señala el origen de nuestra fe de que nuestro encuentro con la presencia real de Jesús durante la Misa es un acto de acción de gracias.

“Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: ‘Tomen y coman, esto es mi Cuerpo’.  Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó…”.

Mientras el Verbo hecho carne se acercaba a su sufrimiento y muerte, mientras se enfrentaba al abandono de sus seguidores, mientras anticipaba la traición a manos de uno de sus Apóstoles, mientras se preparaba para ser negado por su amigo más íntimo; daba gracias, predicaba la eucharistia, la “acción de gracias”.

En el número anterior del Catholic Herald, destacamos la semana de sensibilización sobre las vocaciones.  Tomamos nota con gratitud de los 17 hombres de nuestra diócesis que están en el seminario preparándose y discerniendo su llamada al sacerdocio.  Agradecemos su apertura para convertirse en las manos de Cristo que nos traen la Eucaristía, la “acción de gracias”.

Profundizando en esa virtud de la gratitud, observamos de nuevo que estamos en medio de un Avivamiento Eucarístico aquí en Estados Unidos, en el país con una fiesta secular reservada específicamente para dar gracias.  Tal vez merezca la pena reflexionar sobre esa noción de acción de gracias en estos últimos meses del Avivamiento Eucarístico.

El objetivo declarado del Avivamiento Eucarístico es“restaurar la comprensión y la devoción a este gran misterio aquí en los Estados Unidos, ayudándonos a renovar nuestro culto a Jesucristo en la Eucaristía”.

Este es un propósito crítico y debería animar nuestro compromiso espiritual durante el Avivamiento y dinamizar nuestra participación en cada Misa a la que tengamos el privilegio de asistir.  Más profundamente aún, esa “comprensión y devoción a” la Eucaristía debe inspirarnos a expresar nuestra gratitud a Dios con un amor que abarque nuestro corazón, alma, mente y fuerzas.

Durante estas próximas vacaciones de Acción de Gracias, tenemos la oportunidad de reflexionar más profunda y personalmente sobre esta gratitud eucarística.  Hacerlo nos permite sentirnos más profundamente fascinados por Jesucristo.  Si nos humillamos ante Él, podremos aceptar el acto infinito de caridad que es su sacrificio por nosotros.  Esta gratitud nos llevará a comprender que el Verbo, el Dios que nos hizo existir, bajó del Cielo y sufrió y murió por nosotros para que pudiéramos comprenderle mejor y serle más devotos.

En ese momento de humildad ante nuestro amigo Jesús, encontraremos la unidad con Él, una unidad que brota de la caridad infinita de Él mismo en la Cruz.  Cuando reconocemos ese acto humilde y desinteresado de unidad con nosotros; en ese momento ¿cómo podemos hacer otra cosa que dar gracias?

En esta fiesta de Acción de Gracias, tanto si la compartes con la familia y los amigos como si te encuentras celebrándola solo, dedica un momento a ser lo que recibes en la Eucaristía de la Misa.  Tómate un momento para hacer una eucharistia, una acción de gracias, a nuestro amigo, hermano y Salvador, Jesucristo.

(Traducido por Luis Baudry-Simón)

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