"Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”. (Juan 20, 23)

En 1922, G.K. Chesterton, de 48 años, entró en plena comunión con la Iglesia católica.  Catorce años más tarde, en su autobiografía, Chesterton explicaría por qué se hizo católico con esta sencilla, pero profunda, afirmación:  “Para librarme de mis pecados”.

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Bishop Golka's Reflection on the Twelfth Sunday in Ordinary Time

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Bishop Golka's Reflection on the Eleventh Sunday in Ordinary Time

"Y quien reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe” (Mateo 18, 6)

Al contemplar los rostros sonrientes de todos los graduados de las escuelas católicas que aparecen en este número, espero que se unan a mí en una oración de acción de gracias por los padres de esos graduados.  Esos padres prefirieron el sacrificio a la comodidad; prefirieron el futuro de sus hijos a su propio presente.

"And whoever receives one child such as this in my name receives me.” — (Matt 18:6)

As you look at the faces of all the smiling Catholic school graduates pictured in this issue, I hope you will join me in a prayer of thanksgiving for the parents of those graduates.  Those parents chose sacrifice over comfort; they chose their children’s future over their own present.